El tiempo se deslizaba entre nuestras manos el sueldo que pagaban era poco para lo que se hacían en aquella finca y Miguel ya se sentía cansado y agotado del ordeño y las faenas del campo y además quería descansar de tantas obligaciones, para mi madre no había sueldo ella trabajaba por la comida y vivienda, Eduardo aprendió el trabajo del campo, le gustaba el ordeño y los olores de los corrales, le apasionaba la ganadería y la agricultura...
Yo me veía tan contrario al modelo de mi hermano pues a mí hasta los terneros me pateaban y en las manos solo me salían ampollas y no encallecían, por ser el menor recibí por más tiempo el amor fraternal de mi madre así que goce de la libertad de trabajar poco el campo. Hay quienes son buenos desempeñando los roles que le son impuestos por las circunstancias y otros como yo asfixiados que deben buscar otras aguas que den vida a su corazón marchito; nuevamente la nube se movió y había que buscar la sombra, Miguel contó sus cuarenta y cinco días de preaviso y era hora de volver a la Dorada caldas, mi madre empaco sus pocas pertenencias y de paso las mías en la misma maleta.
Eduardo: Madre he decidido quedarme.
Madre: Bueno ya está grande puedes tomas tus propias decisiones y recorrer tu camino.
Eduardo: Me gusta el olor al campo y deseo trabajar arduamente... y un día tendré mis propias tierras...
Madre: No te enredes en malos negocios ni en vicios...
Eduardo: Prometo que tendré encuesta tus consejos.
Miguel: Fue unos buenos tiempos juntos, hasta aquí nos ha traído la mano de Dios.
Madre: sí, creo que sí...
Mis palabras en lugar de aflorar y brotar se ahogaban era como un remolinó me tragaba las palabras, conversaba internamente... y de repente la mente viajaba al futuro ¿qué hacer en la ciudad? mis amigos los gatos y los perros y demás animales y esta vida relajada no la quería cambiar; en las próximas horas estaríamos mi madre y yo en la Dorada Caldas y vendría lo poco conocido de ser campesino a citadino... En esas reflexiones nos vimos abrazados y despidiéndonos sabíamos que no era un adiós era un hasta pronto...
En trayecto del camino dos sombras se deslizaban entre la hierba verde el campo florido y los olores dulces de las frutas maduras y de pronto se produjo un dialogo apacible:
Yo: - ¿Porque a la ciudad?...
Madre: - Por ahora no hay otro lugar...
Yo: -Somos errantes, ¿por qué no echar raíces en un solo lugar?...
Madre: Esta es la suerte que nos ha tocado vivir...
Yo: - Pero solo somos los dos los otros se han quedado...
Madre: - Lo se hijo, tu eres mi pajarito de plumaje especial...
Yo: - sí, - y con lágrimas en mis ojos- pero no quiero ser diferente a mis demás hermanos…
Madre: - Pero lo eres y serás mi orgullo, aunque ahora no lo entiendas...
Seguimos la conversación de profundos sentimientos y sinceridad de un corazón que quería recoger sus pasos y volver atrás.
üQueja existencial: Hoy el pensamiento deambula por las corrientes oscuras de una desolación del alma aguda pena existencial de esta vida fugaz atormentada de tranquilidad opacada de no estar en el remolino del movimiento del dolor ajeno ¿de qué me he quejado? de inagotable salud y vigor de estar en el refugio seguro y de andar acompañado y consolado; ah inexistencia e inexistente de una realidad realizada en pensamientos tras luz refulgente aplaude el resplandor de la vida.
Al llegar a la Dorada Caldas a nuestro destino allí nos estaban esperando con los brazos abiertos en la entrada de la casa mi querida hermana Amparo ella tan amable y cariñosa conmigo, mi tía Margot una mujer hospedadora que me inspira cariño, respeto y obediencia, su esposo Hernando, un hombre calmado, tranquilo, sereno muy responsable... La vida volvía al mismo lugar, cada vez que pensaba en mi estatura era evidente el avance, cada vez más alto, pero mis pasos habían retrocedido a este lugar que ya conocía, es cierto, la vida está llena de círculos que caprichosamente nos llevan a un mismo punto; la misma casona con algunas cosas dejando hullas al transcurrir el tiempo y otras cosas remplazadas. No hay nada nuevo debajo del cielo y lo que pasa en tampoco tiempo es tan solo los recuerdos... en la mente de la visión presente. Cada vez que vamos creciendo podemos ver intuitivamente el futuro en esta ocasión mi hermana Amparo preocupada por mi educación compro los útiles escolares para que yo hiciera lo que me gustaba ir a la escuela a escuchar y aprender en clases pues al fin y al cabo me encanta escuchar a los que saben de un tema específicos y también oír a aquellos que hacen alarde de saber; en poco tiempo ya estaban matriculados en la escuela en la jornada de la noche para educación de adultos pues ya contaba con trece años de edad y realizaría los grados de cuarto y quinto de primaria en dos semestres; era evidente que yo estaba atrasado en edad y en conocimientos y esta oportunidad de estudiar era única así que concluí que esfuerzo más esfuerzo da como resultado éxito, de aprender cada día cosas nueva entonces empecé desempolvando la biblioteca que reposaba en la sala de casa de mi tía de los libros como el atlas de los mapas mundiales, los diccionarios, la enciclopedia británica y algunos libros de ciencias y sociales, era que para un campesino montañero como yo era sorprendente cuanta información y lugares geográficos, animales, lenguajes, banderas, la astronomía y demás conocimientos me dejaba extasiado leyendo y viendo las imágenes de esta creación en lo micro como el átomo y lo macro que es muestro sistema solar tanta similitud en diseño por lo cual se debe admite que debe haber un diseñador, alguien que a través de la creación realiza una maravillosa sinfonía perfecta y eterna.
En la escuela yo era de los más jovencitos pues estudiaba en la jornada nocturna en su gran mayoría los estudiantes era personas adultas… Entre las personas mayores de edad que más recuerdo es a una señora de más de 60 años de edad ella tenía un caminado acelerado muy activa al igual que todos con su mochila en el hombro y a veces se le veía sentada bajo un gran árbol de mango en una larga silla de cemento con su cuaderno de forro de color rojo sostenido entre sus manos repasando sus tareas, me dejo un buen ejemplo e ilustración de aceptar que no hay edad para el conocimiento mientras siempre estén las fuerzas dispuestas a asumir el reto de aprender a vivir aprendiendo. Fui de los más populares no por los deportes ni por talentos especiales más bien por la disciplina de hacer las tareas que dejaban y es que era tal que escuchaba de los compañeros decir de mi – a todo bobo se le presenta la virgen - yo sabía que por envidia, pues las chicas jóvenes querían estar cerca de mí para que les prestara las tareas o les ayudara en los exámenes, eso no me molestaba pues de alguna forma hay que dar el conocimiento adquirido y quien no vive para servir entonces para que le sirve lo que sabe.
Pasado tres meses en la ciudad de la Dorada Caldas recibimos la visita de Yolanda su esposo Jairo y una linda bebita, ellos trabajaban en el campo en la labor de administrar fincas cerca de la ciudad de Puerto Boyacá, la relación con Yolanda había cambiado ya no éramos niños ni teníamos el tiempo para reír como reíamos por cualquier cosa así no fuera chistoso en tiempos pasados haya en la infancia reíamos por cualquier bobada... ah tiempos aquellos... que aunque se quiera regresar la mente se resiste, los sentimientos y la voluntad se niegan a volver a los tiempos que afloraba la inocencia; ellos traían buenas nuevas entre ellas que estaban gustosos en recibirnos a mi madre y a mi allá en el campo donde vivían… yo estaba seguro que mi madre había estado rogando por algo así, pues su alma siempre ha anhelado el campo y todo lo que se hace allá incluso escuchar el sonido de los ríos, de los animales, ver las montañas, respirar el olor al pastos, los árboles y los frutos, en fin, la ciudad la hacía sentir enjaulada y estas noticia la hacía volar a la libertad.
Ese sábado en la noche recuerdo como si fuera hoy el dialogo con mi madre:
Madre: Hay que hacer las maletas hijo… mañana partimos.
- Pero mamá ¿la escuela, el estudio...?
Madre: Allá también hay escuelas...
- Yo no te quiero abandonarte... pero sé que lo mío no es el campo, los trabajos allá son insufribles...
Madre: Tú tienes trece años, pero aun eres mi pajarito de plumas finas eres el único que me queda…
- Sé que te desgarro el alma, pero no quiero partir quiero quedarme a estudiar...
Mi madre se sentó al borde de la cama y se quedó en silencio por largo rato, en el fondo sabía que esta separación tendría que darse, pero quizás no lo esperaba tan pronto… sus cabellos blancos por el paso del tiempo y su rostro melancólico por la pérdida que tendría que afrontar y sus ojos pequeños aguados de la tristeza por dejarme y partir sin lo que amaba quizás más que así misma.
Me dijo: Si. si debes quedarte, aunque se destroce mi corazón...
Ella la mujer que siempre afronto las dificultades con valentía sin lágrimas y ahí estaba frente a mí con una figura débil, con su voz entrecortada… con sus lágrimas rodando por sus mejillas y su llanto que destrozaba mi alma, me deje caer impotente en silencio en sus piernas y ella con sus suaves manos acaricio mis cabellos.
El día siguiente cuando desperté me dijeron: Ellos partieron a eso de las tres de la mañana, respiré profundo levante la cabeza y recordé que había cambiado la dulce compañía de mi madre por algo como el estudio por tal razón me propuse ser de los mejores en las clases.
üMe pides que me quede: o que aleje mis pasos de ti, sabes que no es posible no hay nadie como tú, ya lo he pensado en vano, la mente se niega a ser iluminada de tu faz radiante que ciega mi entendimiento, no me propongas lo desconocido fuera de ti me invade el miedo y déjame vivir en mi aturdimiento solo por este tiempo de existencia pues así es el amor materno, corro a tu lado, abandonado, sabes bien mi debilidad atrapado con hilo eterno.
La lección de la escuela: De los pocos sucesos que me dejaron enseñanzas para la vida fue una vez en el la escuela en la Dorada Caldas y es esta: Llegando a la escuela encontré un caucho tirado en la calle de esos delgados que se estiran y se encogen para unir cosas lo recogí del suelo como diversión para lanzar cosas y en eso alce del piso una colilla de cigarrillo la lance a un lado con tan mala suerte para un compañero que la pegue en una oreja en ese momento ese joven de unos veinticinco años de edad de estatura baja pero fornido me miro con furia avanzó hacia mí y me dijo: Chino verraco que es lo que te pasa. Me quede callado calculando los riesgos, si le respondía era seguro que me daría una paliza o al menos una puñetera, pues ese hombre estaba muy ofendido por lo que le hice sin querer o sin tener la intención de ofenderlo tanto, así que mi reacción fue retirarme y entrar al salón de clases y dejarlo discutiendo solo al otro día cuando llegué a la escuela a clase lo busque y le dije que me disculpara que no era mi intención haberle lanzado la colilla de cigarrillo, me miro a los ojos y me dijo: está bien chino deje así. Desde ese día comprendí lo fácil que es verse enredado en un pleito en el cual si lo enfrentas traería grandes consecuencias, golpes, heridas y hasta la expulsión de la escuela, una lección más para mi vida de ser prudente y medir las consecuencias de mis acciones pues si quería vivir con poco dolor y años largos y buenos debía siempre calcular los riesgos de mis acciones.
üHe aprendido: a caminar entre las nubes sintiéndome bien con migo mismo caminando entre mis alturas suaves en las que he aprendido a admirar mi abismo, he visto a otros en alturas variadas entre nubes más altas desplegados entre escalones amplios fundidas en un anidar de esfuerzos agonizados también he visto aquellos que caminan entre sus bajas nubes alfombradas con su mirada encantada animan en paisajes con arco iris cornadas; no importa el lugar donde se anida es amarse así mismo donde cabalgas con los ojos saciados y el alma colmada, palpando, viviendo con agrado el presente dado.
Las visitas a mi madre: A mi madre la visitaba en el campo casi cada mes pues mi hermana siempre se ha preocupado por ella, Amparo me daba dinero para que le comprara un mercado y para que pagara los transportes del viaje, me encantaba viajar a esa región cada mes que me correspondía viajar me despertaba a eso de las tres de la mañana con pereza y sueño iba a la alberca donde se lavaba la ropa y me echaba agua en la cara para que se fuera todo rastro de pereza y sueño luego iba a la habitación de don Hernando a despertarlo para que quitara la tranca de la puerta y abriera los candados y volviera a cerrar y trancar la puerta y partía calle abajo con la caja grande de cartón que contenía el mercado que lo llevabas sobre mi espalda, el trayecto era de unos 15 minutos caminando para llegar al centro de la ciudad por donde pasaría un carro de estilo camioneta que hacia el recorrido para recoger la leche en las veredas cerca de Puerto Boyacá; allí donde me correspondía esperar en el centro de la ciudad de la Dorada caldas, estaba a una cuadra las agencias de viaje y se escuchaban los gritos de los destinos de las ciudades y los pueblos, de donde me correspondía espera se apreciaba las casetas abiertas de los vendedores de dulces y los vendedores de tinto y cigarrillo que pasaban y ofrecían, a mi poco me gustaba esperar pero la recomendación para el viaje era estar antes de las cuatro de la mañana por si al conductor le da por madrugar más de lo normal y no sea que lo deje el carro me decían, así que pasadas las cuatro de la mañana me preocupaba y comenzaba a preguntar a los que como yo estaban esperando sentados en el andén, ¿sabe usted si la lechera que va para el Poso Dos de Boyacá ya paso?, unos me decían no sabemos y otros me decían esa pasa más tardecito; en fin, ese primer día que iba a visitar a mi madre paso a eso de las cinco y media de la mañana cuando ya se está aclarando el día, al subir al carro me acomode en un lado de las cantinas de la leche con vista al exterior, pasamos el puente que une el departamento de Caldas con Cundinamarca y bajo el puente se podía divisar el agua oscura con sus fuertes corrientes imponentes al oriente las montañas de la cordillera y muy a lo lejos los rayos de luz tenue, al occidente la gran planicie que en su lejanía se une con las nubes y en su gran contraste las construcciones y las pistas aéreas de la base de Palanqueros y al lado el viejo pueblo agradable por sus fiestas y bailadero de Puerto Salgar.
El día comenzó a aclarar cada vez más a medida que recorríamos la autopista, a lado y lado grandes emporios de fincas que terratenientes amasaban grandes fortunas, para embellecer estos paisajes, grandes manadas de ganado vacuno de diferentes razas, lagos interminables donde se apreciaban los búfalos, estas bestias grandes como toros de color negro con grandes cuernos algunos pastando y otros dentro de los lagos dejando fuera su larga trampa para respirar, absorto en mis pensamientos pasamos por un caserío llamado el Dos y Medio allí la economía se movía por la compra y la venta del limón fruta cítrica apreciada por su gran sabor; las casas se extendían a orilla de la carretera de lado a lado dando la apariencia de dar la bienvenida al visitante y la carretera se partía una para Puerto Boyacá y la otra para el Marfil, el carro partió vía el Marfil, a los veinte minutos nos desviamos por una carretera destapada continuamos como dos horas, y al fin llegué a la finca donde me estaba esperando mi madre, Yolanda y su esposo, fue un saludo de bienvenida efusivo, caminamos hacia la casa, pasamos por el corral de ordeño en el cual se podía respirar la fragancia del campo, olor a estiércol y orín del ganado, el sonido de los bramidos de los terneros, se veía tres ordenadores que vaciaban sus baldes llenos de leche a las cantinas de aluminio; al llegar a la casa el pasillo amplio en cuyo interior reposaba el comedor con su mesa alargada y sus taburetes largos de lado a lado de la mesa todo hecho en madera envejecida no por pintura más bien por el paso del tiempo, me dieron del típico desayuno del campo en esa región, caldo de costilla con papa y por encima cilantro picado, arroz, arepa y leche hervida endulzada con panela, un delicioso desayuno con sabor y fragancia auténticos de campesinos.
En esas fincas había lagos por todas partes unos grande otros pequeños conectados naturalmente por pequeñas canales como zanjas, en esos lagos se podía pescar con anzuelo y cogí por costumbre cada vez que iba a visitar a mi madre me preparaba y sacaba lombrices de la tierra, llevaba la cuerda de pescar y anzuelos y me pasaba casi todo el tiempo conociendo los lagos y sacando uno que otros pescados que eran lisos, alargados, con dientes finos y de color grisáceos allá se les conocía por nombre mohínos, estos peses fritos en cazuela son delicioso, amaba el campo para disfrutarlo más no para trabajarlo, es muy dura las actividades en tierras ajenas donde se trabaja de sol a sol sin descanso y con muy poco salario que solo es para satisfacer las necesidades mínimas de comida y sustento; en mi humilde opinión todo campesino debe tener su propia tierra para construir su casa y cultivar para su propio sustento y además ser socios en forma colectivas en cooperativas para comercializar sus cosechas.
Los caminos en círculos: Pasado el tiempo de dos años un día llego inesperadamente la visita de Pedro a la Dorada, trayendo malas nuevas, diciendo:
Los paramilitares allá en la finca en el la vereda el poso nos culparon par la perdida de una cantina desocupada de esas donde se hecha la leche y ayer llegaron en hora de la tarde cuando ya el sol estaba declinando venían tres hombres mala carosos estaban armados con carabinas, machete en el cinto y sogas, nos reunieron a mamá, Miguel y a mí y nos dijeron: por aquí no se ha perdido nada desde hace mucho tiempo, y nos han dicho que una cantina de echar la leche se perdió, vamos a buscar, si la encontramos esto se paga con la vida y si no está, ustedes tienen que irse lejos de esta región, como tiempo máximo tienen tres días. Miguel tu sabes, es muy nervioso y creo que se fue a quedar en el monte o por allá lejos en alguna de las fincas. Hoy en la madrugada continuo Pedro emprendí el viaje, a ver qué podemos hacer para traer a mamá...
Ese mismo día mi hermana Amparo contrato un vecino que tenía un camión pequeño para traer las propiedades de mi madre, una cama, trastes de cocina, gallinas, un perro y un par de gatos; al día siguiente de la madrugada emprendieron el viaje y en horas de la tarde ya estaban de vuelta. Esos son los círculos que dan la vida por más que nos esforzamos y afanamos llegamos al mismo punto, no es una derrota es un intento más de recorrer los caminos y saber hasta dónde llega el punto de doblar el circulo. Mi madre nunca se adaptará a la ciudad ella le corre por sus venas el olor al campo con sus tapices verdes; a las dos semanas partió rumbo a una vereda cerca de un pueblito llamado la Paz Cundinamarca y allí ha permanecido hasta el día de hoy.
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