top of page

CAPITULO 10 X. La muerte de Enrique

Foto del escritor: wilson gaitanwilson gaitan

Transcurridos alrededor de un año de estadía en la finca en donde la mente no recuerda si era sábado o domingo, por el camino venia la figura alargado de mi hermano Enrique caminando por la sabana entre el paisaje colorido de los árboles y las fragancias que expedía los campos floridos, ya eran otros tiempos él iba menguando en su edad y temperamento, Eduardo y yo íbamos creciendo y aquel susto de antes había desaparecido no era tiempo de correr a escondernos y huir de su presencia, los perros salieron latiendo, los patos asustados se lanzaron a la laguna y las truchas se escondieron en el fango de la laguna.

Hola chicos... como están de grandes...

Buenas tardes Enrique... contestamos como en coro.

Mamá: Da gusto verte...

Enrique: Si, hace rato que no nos vemos.

Mamá: Siga y ponte cómodo mientras te tomas una limonada...

Mamá: Como andan todo por allá.

Enrique: Bueno, hay va marchando las cosas.

Mamá: ¿Cómo van con las siembras?

Enrique: Este año ha sido bueno.


Así continuo el dialogo sentados alrededor de la mesa del comedor y por primera vez sentía que ese hombre era de carne y huesos su voz era calmada y tenía un aire de reflexión que me daba tranquilidad para seguir sentado cerca de él.

La tarde iba declinando y cuando menos pensamos ya se estaba oscureciendo y la luz débil de las espermas proyectaba las sombras en las paredes, la mente no registro el dialogo entre Miguel y Enrique pues debió caracterizarse por ser trascendental algo que va más allá de lo terrenal pues desde que recuerde Miguel ha citado la Biblia el libro por excelencia algo debió hablarle de él Dios personal del cual él cree.

Esa noche Enrique partió aproximadamente a eso de las nueve, se despidió dando la mano en señal de amistad algo que nunca había hecho.

En esa semana recibimos noticias que Enrique estaba herido en el hospital en la ciudad de Manizales, tratare de contarles sin ser testigo presencial y además nunca quisimos indagar a profundidad para llegar a la verdad solo nuestra mente registro la primera versión y es la que les quiero contar.

Como ya es sabido Enrique era de esos hombres que son como la lámpara de Aladino que con solo frotarlos se le sale el genio por ser colérico discutía y golpeaba a su mujer de vez en cuando, yo no quiero disculparlo o aprobar su conducta tampoco pretendo decir que era tan buena persona o que había cambiado en los últimos días.

Cuentan que Enrique ya estaba amenazado por un cuñado que le mando a decir: – deja a mi hermana y largase de la vereda o si no se las verá conmigo. Enrique llego a casa cansado del trabajo como de costumbre cuando ya era demasiado oscuro regresaba del trabajo ya que se exprimía hasta las última gota de sudor es que ese hombre trabajaba como una bestia y su vida era el trabajo, ya era a extremos enfermizo su actividad en el trabajo era hasta consumirse toda su energía de su vigoroso cuerpo, trabajar y trabajar todo el tiempo y además no podía soportar ver a alguien sentado descansando, reflexionando o contemplando el tiempo, Enrique nunca vio la vida por los sentidos, no tuvo tiempo para sí mismo y mucho menos para los demás, fue una máquina de esfuerzo físico trabajo poniendo toda su voluntad, esclavizado a la ardua tarea de hacer producir la tierra.

En la discusión de Enrique y su cuñado al llegar a casa nos contaron lo siguiente:

Cuñado: ¿Qué haces todavía por aquí Enrique?

Enrique: Yo no le cómo cuento a nadie.

Esposa: Estoy cansada de usted y quiero que te largues de mi casa...

Enrique: Mujer los trapos sucios se lavan en casa...

Cuñado: Por ser el hermano tengo derecho de sacarte, aunque sea a las buenas o las malas.

Esposa: Si Enrique vete...

Enrique: Mujer todas las parejas tienen inconveniente y este lo podemos solucionar...

Cuñado: Pero yo quiero que te largues y dejes en paz a mi hermana...

Enrique: Has lo que quieras Cuñado pues esto no es contigo...

Enrique dio por terminada la conversación se levantó de la silla y partió a su habitación de repente se escuchó un balazo y Enrique cayó al suelo boca abajo las balas del tiro de la carabina florecieron en su espalda y varias de ella se incrusto en la columna vertebral. El cuñado y su hermana no eran criminales eran tan solo agricultores trabajando las tierras que recibieron de herencia en la muerte de su padre. Hoy que lo pienso, debió ser un susto de esos que hiela la sangre, no sabría que pensaron o planearon, lo cierto fue que buscaron a un vecino de los pocos que tenían carro y lo trasladaron a la ciudad de Honda Tolima y allí lo dejaron en el hospital.

No quiero disculparlos ni tampoco condenarlos en esos acontecimientos de tragedias que llegan de repente por iras retenidas y que explotan en los momentos menos indicados, para esta mujer como esposa debió ser muy doloroso el cargo de conciencia que debería llevar por el resto de su vida pues las decisiones y arranques de ira traen consecuencias y son como los lunares cuando aparecen en el rostro, son difícil de borrarlos… Lo que se supo de la exmujer de Enrique es que había vendido sus tierras y se fue para la capital y allí un hombre la enamoro malgastaron su fortuna y quedando sin dinero y abandonada vivía como empleada trabajando en quehaceres en casas de familias.

El excuñado siendo de los hermanos que más le había correspondido herencia con el tiempo lo perdió todo hasta llegar a ser un simple trabajador en las fincas de la región y pasado quince años fue condenado a estar tras las rejas cauto años.

Para algunos la vida se asemeja a una ruleta en la cual das vueltas y vueltas, en ocasiones llegas a parar en la fortuna, otras veces te encuentras en la casilla de no poseer nada, y en el peor de los casos aun lo que tienes se te será quitado.

Cuando nos llegó las noticias que Enrique estaba herido mi madre partió a la Dorada caldas y cuando regreso pasada la semana estos fragmentos es lo que recuerdo que dijo mi madre:

· Mi hijo quedara en sillas de rueda pues varios perdigones de la bala le destruyeron su columna… Después que lo llevaron en el hospital en Honda los médicos lo remitieron al hospital de Manizales y allá se encuentra estabilizado....

Estos acontecimientos no me eran tan dolorosos o preocupantes como lo era para mi madre ya que la vida trascurría en mis quehaceres en la finca e ir a la escuela a dos horas de camino bajando la colina y tres subiendo de la escuela de vuelta a la casa pues éramos buenos atletas recorríamos cinco horas diarias en el ejercicio de correr y caminar no por satisfacción propia era más bien la única opción por querer seguir estudiando y terminar la primaria en la escuela rural. Para mi madre esta situación de Enrique le enfermaba el alma pues en esta historia el hijo mayor que era Enrique se asemejaba a la parábola del prodigo por el cual mi madre sentía un profundo amor de esos que amargan y destrozan el corazón; mi hermano Enrique fue remitido a la Dorada y mi madre viajaba constantemente a verlo lloviera, tronara o relampagueara y sacaba el dinero de donde fuera… así es el amor de madre...

Pasado dos meses escuchamos en la emisora que sintonizábamos en la finca – el cartero musical - el locutor decía: - Se solicita a la familia Gaitán que se haga presente en la Dorada caldas de carácter urgente... Este aviso fue repetido por tres veces y estoy seguro que mi madre no pudo cerrar los ojos esa noche, el otro día partió muy temprano con la zozobra de no saber a ciencia cierta porque este llamado de urgencia ¿Seria acaso noticias de Enrique o le pasaría algo a su hija Amparo o quizás malas noticias de Yolanda?

Partiría con las manos en el corazón en la incertidumbre de no saber el presente ajeno ni el futuro próximo...

Al regresar mi madre de la Dorada Caldas después de cinco días de su ausencia de la finca, nos traía las noticias de los acontecimientos pasados y esto es lo que le escuche decir a mi madre:

· Cuando llegue al Dorada con la carga de pensamientos que se iban acumulando en las cuatro horas de viaje, allí me estaban esperando Amparo y los demás familiares me dijeron que Enrique a pedido despedirse antes de partir... al entrar en la habitación allí estaba mi hijo, sumido en una cama, me acerque tome su mano, hizo esfuerzo para expresar palabras más no pudo pronunciarlas tan solo apretó mi mano como en señal de agradecimiento... ya estaba agonizando... en el hospital en Manizales los médicos no le sustrajeron la bala de su columna y lo enviaron a casa para tener un reposo para la cirugía que sería en tres meses... no aguanto, yo sé que se quiso morir al visualizar un futuro postrado en una cama o en una silla de ruedas, era quizás demasiado para un hombre que pensaba ser autosuficiente he independiente sin deberle favores a los demás. Esa noche se podía palpar el frio de la muerte, sus quejidos de dolores no cesaron hasta el otro día a eso de las nueve de la mañana exhalo su ultimo respiro, en sus últimos esfuerzos se carcomió por dentro lanzaba bocanadas de sangre de un olor putrefacto a carne y sangre podrida un hedor insoportable... En el día del velorio llego mi hija Yolanda traía un vestido blanco estaba en los últimos días de embarazo, al llegar a la puerta de la casa y ver el ataúd alumbrado con la luz de los cirios su mente se trastorno pensando que era su querida madre que yacía inerte en el ataúd corrimos a ayudarla y a tranquilizarla... a Yolanda también le dio muy duro la muerte de Enrique, ella realmente también le amaba...

Oírlo estas palabras de los labios de mi madre, la mala noticia era desconsolador yo no preste atención al rostro de Eduardo y de Miguel y creo que cerré hasta los oídos pues algo estaba germinando en mi a los doce años y es que los hombres deben ser fuertes... y no llorar… pues las calamidades, enfermedades, angustias y dolor del alma llegan y pasan siempre delante con su aire frio y debemos dejarlos donde están en el tiempo pasado.



0 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page