En ese mismo año en uno de esos días de octubre cerca al día de la celebración del niño en Colombia, mi madre me envió a una finca cercana como a una hora de camino a realizar un mandado, a conseguir un poco de sal comestible, es cierto que el agua del riachuelo en esa región es salubre, pero para alcanzar el sabor sazonado y agradable del punto de equilibrio de la óptima cantidad que al paladar es delicioso le faltaba solo un poco mejor dicho una pizca, era el decir de las personas por allá; recuerdo que cuando se preparaba el agua panela se podía sentir el leve sabor de degustar leche con sal, en fin los sabores y olores eran salubres y secos. Para llegar allá a cumplir el mandado se caminaba por una carretera escarpada ondulada por la huella del agua, esta carretera era poco transitada, podría decirse que solo pasaba la camioneta que recogía la leche que los campesinos vendían. Lo que recuerdo casi todos los días es lo sucedido en mitad del camino y que desde ese día llevo una cicatriz como si fuera un tatuaje grande dibujado en el muslo de mi pierna; para realizar la diligencia debía pasar por enfrente de una finca en la cual habían varios perros, las casas las construían a la vera del camino, de aquella casa salieron a latir pequeños y lanudos cachorritos de un meses de nacidos, me parecieron tan graciosos, sabía que pequeños y lanudos perritos son nerviosos y escurridizos entonces comencé a zapatear acercándome y alejándome de ellos mientras sentía que les simpatizaba a los pequeños animalitos, en esos me entretuve algunos segundos con la sonrisa a flor de labios y pensaba que estas son oportunidades en la vida para jugar y domesticar y había que aprovechar los momentos como esos de intimidar a pequeños animalitos inocentes he indefensos era provechoso y no le causaba mal a nadie en fin en esas andaba cuando de repente salió de la casa una perra grande era la madre de estos cachorros y se veía en sus ojos que estaba furiosa, se abalanzo y en el primer intento por morderme logre esquivarla por un momento y cuando menos pensé me tenía agarrado de una pierna sacudiéndola y rasgando el muslo dejando salir vertiginosamente delgadas plumas de sangre. Salieron de la casa los dueños y el susto se podía ver en sus caras cuando vieron mi pierna en sangrada y de inmediato me hicieron entra a la casa recostarme en una banca de madera, amarraron con un trapo mi pierna para impedir la hemorragia se podía ver en ellos el asombro y desconcierto.
Ese día eran como las cuatro de la tarde, el sol lentamente parecía declinar en el occidente las nubes proyectaba grandes sombras lánguidas y tristes en el paisaje y se podía sentir la brisa que venia del riachuelo de los frescos olores de las hojas de los arboles mezclado del olor salubre y seco… La familia allí estaba preocupada no me reprocharon ni escuché ofensas o quizás en el dolor y la preocupación de regresar a casa sin hacer el mandado o quizás no me di cuenta de lo que decían a mi alrededor, a mis nueve años ya había olvidado practicar la prudencia que me había caracterizado, las estupideces traen como consecuencia el lenguaje del dolor experimental. En esta finca había un viejo carro con carrocería de estacas el cual lo pusieron en marcha y me subieron en la parte delante de la cabina del viejo carro y partimos a la ciudad de Honda Tolima, hay momentos cuando las cosas vienen de repente cambiando tu presente tu futuro e incomodando a personas con vidas tranquilas y sacándolos de su comodidad saliendo a flote ese don de servicio y socorro por compasión u obligación.
Pasamos por la casa donde vivíamos y la verdad es que el dolor físico hace embotar la mente formando una laguna donde los recuerdos quedan en la profundidad sin salir a la superficie no recuerdo qué hicieron mis hermanos o mi madre al recibir la noticia. En el camino a la ciudad los mismos paisajes el sol, las montañas, todo esos se esfumaban de mi visión solo era consciente del conductor que iba a mi lado y de mi herida que dejaba salir un aroma seco de sangre con olor a hierro oxidado que penetraba mi mente preguntándome ¿Que pasara? ¿Cómo me coserían la pierna? Llegamos aproximadamente a las siete de la noche a la ciudad de destino, mi pierna estaba dormida pudiendo sentir el hormigueo acompañado de los calambres en esa condición debí ceñir y apretar los músculos de la cara bajarme del carro y poco a poco caminar hasta el hospital; la atención fue inmediata me trasladaron a la sala del quirófano y allí a mi alrededor estaban tres enfermeras y un doctor, me limpiaron la herida y acto seguido, me colocaron cuatro inyecciones, el tamaño de mi pierna delgado dejaba ver tres profundas heridas como si fuera con un cuchillo apuñalado y rasgado; acostado en la camilla levantaba la cabeza y podía ver las agujas curvas penetrando la carne, no sé si eran los nervio pero lo cierto es que sentía un gran dolor, internamente cosieron catorce puntos y externamente otras catorce puntos en total 28 puntos en esos recuerdo al médico preguntar ¿ La perra ha tenido la enfermedad de la rabia ? Oh no contesto mi acompañante y relato lo sucedido, el doctor entonces añadió: No vallan a matar la perra y revisen que no presente sospecha de enfermedad de la rabia y si ven algo sospechoso en el animal entonces hay que aplicarle una inyección al paciente en el ombligo. Entonces pensé Podía haber sido peor, esa es la máxima para escurrirnos de una manera fácil cuando no entendemos los acontecimientos y quedamos perplejos mirando del presente al futuro desconocido, esa noche me llevaron a una casa grande muy bonita acogedora y agradable en la cual vivía una familia la cual realmente conformaba un hogar modelo el papá la mamá un niño y una jovencita colegiala, me acogieron por quince días en su casa y además me llevaban al hospital cada día y allí la enfermera me realizaba curaciones y recomendaciones para que las heridas no se infectara, en cuanto a la comida y las atenciones que me brindaba esa familia me hacía aflorar un sentimiento de gratitud por ellos… la estancia allí en aquella casa se asemejar con la historia del buen samaritano contada por el señor Jesús, de un hombre que le llego la calamidad de repente y se vio desamparado y herido en el camino y que solo podía inspirar lastima pues no tenía ya ni las fuerzas ni los recursos para socorrerse a sí mismo y en esa historia hubo alguien quien le socorrió le curo y pago para que le cuidaran.
En aquel hogar en la ciudad de Honda Tolima ya llevaba una semana y como era mes de los niños el treinta y uno de octubre cuando se reparte dulces, las personas se disfrazan y hay más congregación de persona en la calle que en los días de elecciones públicas para elegir los padres de la patria. Esa familia me llevaron a visitar unos amigos de ellos y allí en esa casa recibí grandes atenciones, me dieron un carro de plástico, muchos dulces y en la mesa del comedor se apreciaba un gran banquete parecía que fuera el día de acción de gracias o para nosotros la navidad del veinte cuatro de diciembre y con curiosidad las personas se me acercaban y me peguntaban ¿qué te sucedió en la pierna? la respuesta siempre, -me mordió una perra - quedaban maravillados y decían: ¡parece la mordida de un león o un cocodrilo!...
Finalizados el tiempo de recuperación de los quince días me llevaron de vuelta a la casa en el campo, en el hospital me recomendaron que aproximadamente en quince días volviera para retirarme los puntos externos de la herida, y la verdad es que como se vivía en el campo no se atienden las recomendaciones y se piensa rústicamente, en los años dorados de la niñez las recomendaciones y consejos solo se ven como meras palabras y lo que hice después de las dos semanas en casa fue quitarme los puntos cortando los hilos con una tijera de las que se utiliza para cortar papel y como consecuencias la herida se abrió quedando como evidencia tres grandes cicatrices para siempre como testimonio de no atender las recomendaciones.
Yolanda se enamora y se va: Al pasar el tiempo llego a la región de rio seco un joven de unos veintitrés años su aspecto era citadino, tez blanca ojos claros de buen aspecto, venia como huyendo quizás de su pasado; y comenzó a trabajar contratado por mi hermano Enrique en los cultivos de maíz, estos cultivos no era tecnificado ni se cuidaba el medio ambiente, tumbaban las montañas con machete y hachas dejando el terreno con el monte encima por varios días hasta que se secara y pasado ese tiempo le prendían fuego y a lo lejos en las casas se veían una inmensa hoguera y tras ella el humo que se desvanecía y se mesclaban con las nubes con el aire puro ya alistado el terreno limpio de plagas y animales por el fuego en la siembra salían los obreros muy de mañana con sacos llenos de semillas del grano de maíz allí en el terreno hoyaban la tierra con barretones especiales haciendo huecos a la tierra para enterrar la semilla y a las pocas semanas se podía ver los retoños verdes en surcos como un tapete verde extendido sobre la colina.
Este joven poco a poco se fue acercando a mi hermana Yolanda y en ella ya afloraban sentimientos en su corazón, en corto tiempo la conquisto tal como enamora un joven a una jovencita con palabras subes y halagadoras, mi madre no dejaba que Yolanda tuviera novio así que yo sin quererlo me volví cómplice de sus encuentros con Jairo de coqueteo y envíos razones... Una noche de esas que se quedan en la mente para siempre nos reunimos como a veces era costumbre a contar cuentos inventados de espantos y sustos y recuerdo a mi madre decir:
· Cuando iba de camino más debajo de la escuela por la carretera en la montaña al borde del rio se me aprecio un gato negro que hizo que los pelos de la cabeza se me erizaron y la piel se me puso como de gallina y de pronto desapareció el gato negro... y más abajo me salió un perro negro echando candela por la boca… hay si fue cuando sentí miedo dijo mi madre y después continuo.., de pronto sería un entierro de algún difunto que tenía su alma en pena o quizás un espíritu que quería dar un mensaje…
Esos son solo unas muestras de los cuentos en el campo en las noches antes de acostarse a dormir, ahora entiendo porque éramos tan nerviosos y las pesadillas horrendas en las noches de esas que presientes que algo se trepa a tu cuerpo y al instante te sientes ahogado y privado sin poder gritar y pedir auxilio.
Con semejantes cuentos inventados de leyendas y narraciones similares a los de la pata sola, la llorona, el mohán y muchos más que ellos habían oído y que se transmitían por generaciones adaptándolas al contexto de los lugares donde se vivía y los adultos no tenían en cuenta que la mente de los niños imaginan y que ven las escenas tan cerca que hasta se pueden oler y palpar, de esa forma los niños van a la cama a desvelarse creyéndolas verdad.
Esa noche nos acostamos a eso de las diez pasadas, el cielo estaba despejado se veían claramente las estrellas tiritando a lo lejos, los arbustos se asemejaban a monstruos acechando estirando sus ramas a la expectativa para agarra a cualquier alma que asechaba cerca del bosque, se escuchaban unos que otros sonidos agudos y ahogados de chillido de los pájaros en el monte de serpientes atrapando pajarillos en sus nidos, estrangulándolos y engulléndolos.
A eso de las tres de la madrugada se escuchó el alboroto ¡Yolanda ha desaparecido! la buscamos por todas las habitaciones y alrededor de la casa sin poderla encontrar estábamos como sonámbulos buscándola y gritando su nombre, de momento nos reunimos todos en el patio de la casa, alguien por allá grito: tampoco está en la habitación Jairo, por intuición se escuchó los susurros ¡ese par se volaron! y como les he contado para salir a la civilización o mejor dicho al pueblo a la ciudad más cercana por carretera se iba a Honda Tolima, por trocha al caserío de la Paz, Enrique se colocó el pantalón las botas de caucho la camisa de manga larga se terció la peinilla en la cintura y se colgó su carabina a la espalda y salió en busca de los dos; mis pensamientos y sentimientos estaban divididos por un lado quería que Yolanda regresara pues ella era mi consentidora y segunda madre, por el otro lado si regresaba el castigo seria severo y el dedo de los vecinos y familiares se levantaría el resto de su vida acusándola. Enrique regreso a eso de las siete de la mañana, traía una cara de resignación o de frustración o quizás de enojo, pues Yolanda era la persona que él quería y a veces él le hablaba con palabras suaves y tenía detalles como ese de acercarse y darle un beso en la frente y rozar su barba en la mejilla de mi hermana, eso para ella era lo más cercano de sentimientos de un padre. Mi madre se angustio no comía permanecía de mal genio fruto de su frustración, culpabilidad y desesperanza pues como toda madre en su mente tenia sueños e ilusiones para su querida hija menor, la busco en los pueblos y ciudades cercanas recorriendo sus calles, pensando que de pronto aquel joven la abandonaría y las veladoras y espermas de cera permanecían encendidas noche y día alumbrando a sus santos de repisa, a san Gregorio, san Marco de León y a machos más, pensando que de pronto le hacia el favorcito de devolverle a su querida hija... pero no funciono...
üCuando las personas no están son tan queridas: La mente se encarga de borrar los malos sabores, me hubiera gustado decirle a Yolanda que la quería o al menos que nos hubiera visto como estábamos con el corazón partido, algún pedazo de nosotros los que quedábamos ella se había llevado parte de nuestra alma, como nos hacía falta, como la extrañábamos. Me había acostumbrado a sus pequeñas manos y caminar junto a ella a escuchar su voz… Yolanda ya se había ido, correr junto a ella, pero ¿a dónde? la mente la busca arañando solo el recuerdo y los sentimientos afloran, ¿porque en estos momentos? a sentimientos como me ahogan, hasta el estómago duele… y yo en un rincón como para no ser visto en el abandono en posición de feto, las costillas se pronuncian en dolor todo el cuerpo, duele al parecer todo de mi la extraña, en esta extraña sensación de querer morir.. quiero ahogar los quejidos, pero no puedo; exhalo aire cálido con sonidos de sollozos y brotan cristalinas lágrimas de angustia aquellos mares salados bajan pasando por los labios, el tiempo se ha detenido en ver mi quebranto el querer queriendo en el dolor se expande… la derrota me ha poseído y quiere asfixiarme. De pronto en un instante, la voluntad inquieta ¿porque se abate oh alma y sentimientos míos? acaso naciste para la derrota o a vivir en este mundo en el combate... Ha obediencia en el ser humano, aquellos ojos entrecerrados se abrieron… se preguntó la mente ¿en dónde estáis? ¿quién te ha traído en estos valles áridos? ¿quién te ha hecho caminar entre escombros retorcidos del pasado? ¿vuélvete al presente? como corrientes de aguas embravecidas se encontraba los sentimientos… en un soplo quedaron tranquilos asemejándose a un mar de cristal, allí estaba yo de pie proyectando la sombra en la pared blanqueada… me di cuenta de cuan alto era ya, no era un niño, las cosas habían cambiado contaba diez años de la fidelidad de alguien superior que me traía de su mano…
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