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CAPITULO 3 III. El secreto expuesto

Foto del escritor: wilson gaitanwilson gaitan

Había pasado alrededor de ocho meses de la muerte del joven y el tiempo seguía corriendo, para nosotros como niños lentamente y para las personas grandes se esfumaba los días y los meses veloces y se escuchaba su frase típica ¡Cómo pasa el tiempo! Mi hermano Miguel llego a visitarnos, tendría cerca de veinte años, un hombre de un corazón noble, alejado siempre de los problemas, desde que le conozco siempre se ha conformado con lo que posee, su frase típica: comer poquito y andar contento, anhelábamos su visita pues nos traía del rico pan de la ciudad de Honda Tolima y también nos traía muchas cosas para comer como la azúcar blanca que la comíamos a escondidas por cucharadas pues rara vez la veíamos, mi hermano trabajaba en otro departamento, le contamos lo sucedido, él es un creyente de la Biblia, después de escucharnos, suspiro profundo y dijo: A Dios no se le sale nada de las manos, él tiene todo bajo control… El día siguiente llego una patrulla de policía, arrestaron y esposaron a mi madre y los policías nos dijeron que la llevaban para la cárcel; a Miguel le obligaron a destapar la fosa donde estaba el cadáver del joven que ya llevaba alrededor de ocho meses, estaba podrido y se sacó por pedazos con barro y se empaco en cuatro bolsas negras, el olor en la platanera era insoportable de tal manera que se extendía con el correr de la briza fresca del rio que se mezclaba con la corrupción fétida del cuerpo muerto descompuesto antes de volver completamente a ser polvo... Oh muerte porque nos acedia y asecha esculpiendo en lo más profundo del cerebro tus olores de espanto a oxido, carne descompuesta y olor a llagas fétidas.

Nada hay escondido u oculto que no salga a flote a la luz, aunque el débil no denuncie hay alguien entretejiendo y contando la historia de cada uno en particular, les contare en lo más sencillo como se descubrió la verdad: La familia del joven lo reporto como desaparecido a la policía, cuentan que un policía encubierto se hizo amigo de tragos y parranda de Carlos el hombre con cara de malo y mirada de muerte, en dos meses el llamado amigo infiltrado que era policía le fue revelado los guardados que tenía en la mente de Carlos y los planes futuros de estos asesinos, además dijo la policía que tenían una lista de más de treinta personas de la vereda para acecinar. El que engaña será engañado, el mentiroso terminara creyéndose sus propias mentiras cumpliéndose las palabras que todo lo que el hombre sembrara cosechara en tal abundancia que las matemáticas no aciertan en sumas y multiplicación de tal forma que quedan cortas al dar el resultado de la operación.

Mi madre al ser acusada de complicidad fue esposada y arrestada, no puso ninguna resistencia pues la justicia terrenal es de los hombres pero la justicia del Eterno se aguarda entre la sed del regalo de la lluvia prometida, ella mi madre no dijo nada, no hizo promesas, no dio ninguna esperanza, tampoco nos abrazó ni lloramos juntos, quizás no podemos entender el amor de las madres al verse obligada a abandonar sus hijos por razones superiores y forzadas ante su voluntad, partió con su mente, su voluntad y su el corazón destrozado… No nos besó ni nos abrazo, quizás para no hacer más dolorosa su partida.

Él se pacifico no siempre asegura la tranquilidad y el bienestar hay gente violenta que trae la desgracia, el dolor y la desesperación, pues es bien sabido que la justicia no solo castiga al culpable sino también los que no denuncian dizque por complicidad y hacen que los niños paguen el precio de su inocencia y miedo por su incapacidad.

Esa noche se sentía el vació de una madre en el rancho, nadie comentaba nada, Miguel se había quedado con nosotros para cuidarnos y hacernos compañía, él tenía cara de preocupado quizás pensando en las represalias que podría tomar la familia del joven muerto y por el otro lado estaba las amenazas de la temida organización de la mano negra.

A eso de las nueve de la noche se desprendió un aguacero recio, los truenos y los relámpagos producían más miedo del que ya teníamos penetrado hasta los tuétanos de los huesos. Miguel, aunque su confianza estaba en Dios, esa noche estaba nervioso, junto con el aguacero, los truenos, relámpagos llego la borrasca, vientos recios y hacia retorcer y producir un sonido chillón a las vigas del techo, el árbol grande del solar se mecía como si danzara y a la vez aferrado en no ser arrancado por el fuerte viento. Los tres nos arrunchamos en una sola cama, Miguel en cambio decidió salir de la casa, el presentía que el viejo rancho podía derrumbarse o una rama del árbol grande podía desprenderse y caerle encima.

Por fin la noche paso llego la mañana el día comenzó con los rayos de luz atravesaba tímidamente las nubes en el oriente, el paisaje deslumbrante, las montañas imponentes, se oía el cantar de los guacos, el silbido de las mirlas y el rugió de los monos cotudos; se veía palmeras y árboles en el suelo aplastados por la tormenta, el rio desbordado llegaba cerca del solar de la casa, a su paso arraso la platanera, las cercas y los caminos estaban llenos de lodo, era la señal de partir… El paisaje alrededor había cambiado…



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